viernes, 20 de febrero de 2015

Adolf Hitler: El buscador de tesoros

Es bien sabido por todos que Hitler protagonizó uno de los mayores exterminios de la historia, guiado por su enfermiza mentalidad antisemita y su idea de pertenecer a una raza superior a todas las demás, una raza “pura”. Lo que no todos conocen es su afán por conseguir algunas de las más destacadas reliquias sagradas (la lanza de Longinos, el Arca de la Alianza y el Santo Grial, entre otras). Para ello contó con ayuda de su mano derecha, Heinrich Himmler, jefe de la Gestapo y de las SS y responsable de los campos de concentración nazis.

Himmler creó una organización, o secta, con fines ocultistas; la Deutsches Ahnenerbe (Sociedad para la Investigación y Enseñanza sobre la Herencia Ancestral Alemana). Dicha asociación se formó en un principio con el propósito de encontrar los orígenes de la raza aria. Finalmente, acabó teniendo protagonismo en los experimentos humanos realizados por las SS y en el empeño por conseguir “objetos de poder” que permitirían a Hitler dominar el planeta.

Emblema de la Ahnenerbe.


El Arca de la Alianza

Todos recordamos la película Indiana Jones en busca del Arca perdida, donde los nazis buscan el mítico arca. Nos puede parecer un simple argumento para una película, pero lo cierto es que tiene un trasfondo de realidad. Hitler buscó el Arca de la Alianza, símbolo de la unión entre Dios y el pueblo de Israel y recipiente que guardaba las Tablas de la Ley. Sin embargo, había un problema que la Ahnenerbe debía resolver, ya que la tradición nos dice que tan solo un rabino judío puede abrir el arca sin perder la vida en ello. Así fue como la asociación ocultista obligó a colaborar con la causa a uno de los presos de los campos de concentración (algunas fuentes afirman que el judío se encontraba en el campo de exterminio de Auschwith).


Hay varias historias acerca del paradero del Arca. Uno de los lugares donde los nazis buscaron el objeto fue España, siguiendo una pista sugerida por el cabalista judío. Posteriormente se interesaron además por unas piezas del Museo Arqueológico de Madrid, traídas desde Egipto, lugar donde también buscaron el arca. Según una leyenda, los templarios pudieron esconder en Toledo tanto el Arca como la Mesa de Salomón. Otra historia afirma que la escondieron en algún lugar de África. Algunos historiadores la localizan en Etiopía, donde llama la atención el culto que se manifiesta hacia ese objeto (hay unos 20.000 templos cristianos y cada uno contiene una réplica del Arca de la Alianza).

El Santo Grial

El Santo Grial fue la copa que utilizó Jesús en la última cena y que recogió su sangre al morir. Cuenta una leyenda que José de Arimatea llevó el Santo Grial a Europa. Los cátaros lo escondieron en la fortaleza de Montsegur, en Francia, enclave próximo a la frontera con España. Siglos después llegó hasta el lugar Otto Rahn, filólogo y experto en Historia Medieval, en busca del objeto. En 1936 conoció a Himmler, y este le ofreció la oportunidad y los medios para ir a investigar de nuevo a Montsegur y encontrar el Grial. Parece ser que no dio con el, ya que en 1940 Himmler viajó hasta España, concretamente a Barecelona, con la idea de hallar la reliquia en la montaña de Montserrat. El dirigente de las SS se presentó en el monasterio ubicado en la montaña, acompañado por un grupo de militares alemanes y españoles, y por el alcalde de Barcelona. Allí exigió a los monjes de Montserrat que le mostraran toda la documentación que tuvieran acerca del Santo Grial, y que le permitieran acceder a los pasadizos y habitáculos secretos del Monasterio. Los religiosos se negaron, para el desconcierto y consecuente enojo de Himmler.


La lanza de Longinos

Se trata del arma empleada por el centurión romano Cayo Casio Longinos para herir a Jesús en la cruz. Según relató el amigo de Hitler, Walter Johannes Stein, cuando la lanza se exponía en el Palacio Imperial de Hofburg, en Viena, el joven Adolf Hitler escuchó una historia relacionada con la lanza, según la cual el poseedor del objeto tendría el destino del universo en sus manos (de ahí que también se conozca la reliquia como la lanza del Destino). Sin duda alguna, esa leyenda caló hondo en el futuro canciller de Alemania. También fue relevante el hecho de que Hitler conociera el supuesto poder que le otorgó la lanza a personajes tan poderosos como Carlomagno o Federico “Barbarroja”, emperador del Sacro Imperio Romano. Ambos fallecieron por un mismo motivo; la lanza se les cayó de las manos. El mismísimo Napoleón Bonaparte puso gran empeño en conseguirla sin llegar a lograr tal propósito.


Se conocía la existencia de cuatro lanzas, de las cuales una de ellas podría ser la auténtica lanza de Longinos. Los nazis tenían la teoría de que la verdadera era la que se encontraba en el Museo de Viena. Alemania se hizo con Austria el 14 de marzo de 1938, y fue la ocasión perfecta para apoderarse de la reliquia. Hitler ordenó ese mismo año que trasladaran la lanza a Nüremberg, a la iglesia de Santa Catalina. En 1944 Nüremberg sufrío fuertes bombardeos por parte de los aliados y el Führer mandó guardara junto al tesoro de los Habsburgo, en un refugio subterráneo construido especialmente. Unos días más tarde, el ejército americano encontró el refugio con el tesoro y la lanza de Longinos. Casualidad o no, ese mismo día, a cientos de kilómetros moría en un búnker subterráneo Adolf Hitler, quitándose la vida con un disparo. Ello suponía el fin de una de las etapas más crueles de la historia, el fin del Tercer Reich.


1 comentario:

  1. ...casualmente, estos objetos nombrados aquí, tienen relación con el mismo Dios.

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